jueves, 30 de agosto de 2007

Día 6:

Me levanto con mucho ánimo. Ayer acabé bien y eso siempre levanta la moral. El perfil asusta incluso acostumbrados a estas etapas, o quizá sea precisamente por eso...

De salida el Pordoi, mítico puerto del Giro, pero no muy duro según dicen, pronto lo comprobaremos.

Edu y yo nos volvemos a colar en el Box B, no hay forma de justificarnos, pero lo vemos lógico con la adrenalina previa a las carreras. De salida hacemos un bucle absurdo por la pequeña estación de eski en la que hemos dormido. Pronto empezamos a subir por pista con piedras sueltas, ¿no subíamos el Pordoi?

Adelantamos a los navarros muy pronto. Enseguida llegamos al asfalto y sigo con Edu que me marca un ritmo que parece bueno. El puerto es tendido y al llevar pocos kms se hace muy llevadero.

A los pocos kms un giro inesperado en la caravana multicolor nos lleva fuera del asfalto a temibles rampas por unas desgarradas pistas forestales. Seguimos ascendiendo con fuerza y me olvido de lo vivido y me concentro en pensar que he empezado una nueva carrera.

Edu se adelanta un poco, pero le mantengo a tiro a mi ritmo. Supero a las Klose una vez mas y sigo teniendo mucha energía. Un descanso carga las piernas de oxígeno, si bien, no lo necesitaba como en otras ocasiones.

El perfil nos engaña por completo, iniciamos un descenso, lo que suele ser sinónimo de haber superado el primer trance, pero enseguida iniciamos de nuevo un fuerte ascenso. Me encuentro a Edu parado con problemas con el desviador, al llegar a su altura reanuda la marcha y me comenta que no consigue bajar de plato, no tiene buena pinta.

Al fondo nos encontramos la 'única sección realmente no ciclable de la carrera'. Increíble paso de puerto tras una sucesión de ZigZag que dejan los gemelos como piedras. Esta es la locura de la Transalp. Sin lugar a dudas el mejor puerto de toda la edición y nosotros coronamos realmente bien. No sé en que puesto, pero tenía a tiro a los lideres veteranos, cosa que no me ha pasado en mis dos participaciones en esta carrera.


El descenso asusta, da realmente miedo y cuando mas fea se pone la cosa llegamos a uno de esos lugares increíbles del corazon de los Alpes. Nosotros hemos estado ascendiendo por caminos de cabras, entre pistas de ski y resulta que del otro lado de la montaña llega una carretera perfectamente asfaltada que llena el lugar de vulgares domingueros.

La carrera coge esta carretera y nos lanzamos en un descenso trepidante. Noto algo raro, mi rueda delantera parece perder aire y extremo la precaución, una caída a estas velocidades no sé muy bien como podría acabar.

Volvemos a una pista, voy con dos equipos y uno de los corredores asturianos, que va solo. Edu aun no me ha alcanzado, lo que me hace sospechar de que le haya podido pasar algo. Dudo si parar a esperarle, pero, por un lado, no sé si pudo pasarme en la parte de pateo y, por otro lado, llevamos corriendo independientemente toda la semana y si le espero no sé como reaccionará.

Con estos pensamientos llegamos a una barrera que debemos sortear por la derecha del camino. Sin darme cuenta me veo en el suelo, el tubless se ha destalonado, perdiendo el poco aire que le quedaba e impidiéndome cualquier reacción para controlar la situación.

¡¡Que dolor!! Me miro la espinilla y observo con estupor una profunda herida que empieza a sangrar abundantemente, mientras se me empieza a hinchar la zona de una forma escalofriante.

Me encuentro tirado en el suelo dolorido e intentando reparar el pinchazo. Saco el tubless pero la válvula no quiere salir. Lo vuelvo a meter. Me duele la pierna, me asusto y sufro de rabia al ver a la gente pasar. Los segundos pasan, los minutos también, que desesperación. Intento hinchar con el spray, aquello no coge presión. Mantengo la calma, pero me duele mucho la pierna y empiezo a dudar de no haberme roto algo.

Mi cerebro esta a tres frentes: mi pierna, la rueda y la gente que pasa. Según el momento prima uno mas que otro.

Saco el tubless de nuevo, cojo una piedra y golpeo la válvula que por fin cede. Meto una cámara y la inflo con la bombona de Co2 mientras vuelvo a colocar la rueda en la horquilla. En mi espinilla parece haberse metido una pelota de tenis, sin exagerar.

Me ha pasado mucha gente, los navarros, las Klose... mi ánimo no es el mejor cuando reanudo la marcha. Ante estas situaciones lo normal suele ser tener una especie de ataque de rabia que genera adrenalina como para llegar a la meta, pero la pierna me duele mucho y me cuesta pedalear.

Me adapto al ritmo de un grupo y al poco nos alcanza otro del que tira Edu. Me cuenta como ha tendido que parar a que le arreglaran la maneta y que solo tiene plato mediano.

El siguiente puerto empieza con rampas durísimas, estoy desmotivado y cansado. Subo con mas pena que gloria. Para colmo empiezo a quedarme sin agua y sin fuerzas.

Para cuando llego al siguiente avituallamiento ya solo quiero llegar, me duele la pierna, he descuidado la alimentación y noto síntomas de apajaramiento. Sufro para coronar mas de la cuenta, me animo al pensar que hubiera podido pasarme parecido aun no habiéndole caido y que no estoy perdiendo la ocasión de hacer mi mejor clasificación.

La última parte del puerto es dura y precede a un descenso 'acojonante', con perdón. Varios km con desniveles imposibles por dos raíles de hormigón, los discos echando humo y la sensación de imposibilidad de detener la bici del todo. Increíble.

La etapa es preciosa, a pesar de todo, hay que reconocerlo. Una verdadera etapa Transalp.

Me pongo hielo en la pierna y, al limpiar la herida, pienso que no es para tanto. Paso una tarde tranquila en un pueblo sin ningún encanto. Masaje y al saco prontito.

martes, 28 de agosto de 2007

Día 5:

Estamos en el ecuador de la carrera. Quién iba a pensar hace una semana que este simple hecho fuera una buena noticia. Quién iba a pensar hace dos días que seguiría en carrera y cada día mas fuerte...

Lo cierto es que desde el segundo día mi planteamiento de la carrera ha cambiado completamente, siempre es conveniente ir día a día, pero en este caso mucho más, así que me alegro simplemente por avanzar hacia la meta aun sobre la bici y no en la caravana.

Me levanto bien, la etapa es corta, no demasiados desniveles, puertos no muy duros...en definitiva, que todo parece estar a favor. Con este buen estado de ánimo decido recurrir a la picaresca para ganar unas posiciones en la salida, bueno, sin rodeos, decido colarme en un box de salida que no me corresponde por los méritos de los días anteriores. Sé que no es una actitud muy loable, por ello no voy a intentar ni justificarla.

De salida el puerto es bastante duro, con rampas de fuertes desniveles alternando con descansos que llegan incluso a picar para abajo. Los puertos así me van bien, son explosivos y puedo aprovechar mi fuerza y a la vez me dejan coger algo de aire cada cierto tiempo lo que me ayuda a recuperar, cosa que con mi estado de forma actual resulta un alivio.

Pronto voy remontando posiciones, he salido mucho mas adelantado que los días anteriores pero aun así me encuentro con gente que asciende bastante mas despacio que yo. Puede que pague el esfuerzo a medida que pasen los kms, pero eso ahora ni si me pasa por la cabeza. Por primera vez en días estoy disfrutando de verdad y mis pulsaciones suben a niveles habituales.

Corono muy fresco y me lanzo en un trepidante descenso en el que solo pienso en ganar posiciones, empiezo a olvidar lo mal que lo he pasado y siento que realmente estoy aprovechando mis vacaciones, ya que disfruto. Pronto alcanzo a la primera pareja femenina, las hermanas Klose, de verdad que son para verlas. En un tramo de falso llano las dejo facilmente, pero al llegar al avituallamiento yo paro a repostar y ellas reciben ayuda de su asistente, por lo que me vuelven a coger.

Reanudo la marcha con plenas energías. El perfil en esta parte del recorrido no daba demasiado miedo y me encuentro confiado. Asciendo remontando posiciones, pero cada vez son menos los ciclistas que dejo atrás con facilidad. En este tramo coincido con otro ciclista con una sola pierna, pero lleva una prótesis lo que, habiendo conocido al héroe de la carrera, resulta menos impactante, si bien no debemos dejar de admirar su mérito.

Me acoplo en un grupo y decido guardar un poco de fuerzas, el último puerto parece duro y llevo remontando desde que sonara el 'Highway to Hell', himno oficioso de las salidas. En un momento de relativa calma, sin apenas tiempo para reaccionar, pierdo el control de la bici al meter la rueda en un reguero que no veo por ir a rueda de otro compañero y me encuentro enfilado a la cuneta. Por el momento pienso que puedo controlar la caída, pero se acaba el terreno y solo me pueden frenar unas zarzas que trepaban hacia el camino. No me hago mucho daño, pero una caída siempre deja alguna secuela y no me encuentro igual de cómodo en el pedaleo.

Al fondo divisamos el ultimo avituallamiento, punto de partida de la subida definitiva. Cual es mi sorpresa al llegar al encontrarme a los amigos del Ederra, los cuatro, dos equipos que van a cuchillo entre ellos. Tras recargar los depósitos inicio la subida con alegría. Sigo confiado y no he notado ninguna señal de alerta. Pronto alcanzo a los navarros y les dejo atrás, pero pienso que el ritmo es excesivo para todo lo que llevo y levanto el pie.

A media subida miro atrás y veo al Ederra Team 2 a mi estela, me acoplo con ellos y les pregunto si han atacado a sus paisanos. Me dicen que no, que se han quedado ellos solos, pero definitivamente su ritmo se ha incrementado. Empiezo a flojear y considero la posibilidad de aflojar y comer antes de que lleguen males mayores.

En mi semi-descanso me alcanza la otra pareja navarra. Iñigo demuestra su poderío empujando a Oscar y lanzándole a la 'americana'. Van poco mas rápido que yo, pero definitivamente se me han acabado las fuerzas. El puerto en este tramo no es duro, pero yo ya no tengo la energía de hace un rato y pienso que que habrá sido de mis buenos finales de etapa...

En este impas me alcanzan las hermanas lideres de mujeres. Menuda forma de mover el desarrollo. Llegamos a una zona de fuertes desniveles en las que la mayoría del grupo 'patea' pero ellas se mantienen en la bici, realmente increíble.

Corono con ellas y me lanzo sin pensarlo una vez mas. Aquí las diferencias se incrementan, puesto que las Klose se juegan la carrera y no arriesgan mas de la cuenta. Yo persisto con intención de recuperar la estela de los navarros, aunque solo sea por orgullo personal.

Llegamos a una carretera ancha y la cosa no parece tener fin. Me cuesta mover el plato y pierdo la estela del equipo con el que había llegado a ese tramo. El perfil indica un repecho antes de meta, pero ¿cómo de largo será?

Pronto empiezo a ver casas y me animo. La cosa acaba bien, bueno, siempre considerando lo que llevo encima. Me acuerdo de Fátima a los 5 min de llegar cuando oigo por megafonía que llega a meta la 2ª pareja mixta. La primera es inalcanzable, 3 campeonatos del mundo femeninos dan una pequeña idea del nivel que tiene.

Por cierto, como se ha podido apreciar, hoy también he corrido solo. Me da igual. He disfrutado. Para los mal pensados, Edu aun no estaba duchado cuando llegué a la camper.

Por la tarde disfruto de verdad de la experiencia Transalp. Como con los amigos navarros y los catalanes, tomamos unas cervezas, vemos un rato el Tour, incluso nos fuimos al río a tomar una sandía.

Antes de acostarme, masaje del alemán. Mis piernas están mucho mejor, algo extraño, ya que lo normal sería todo lo contrario.

Una vez mas, a las 22 y pico a la cama, o mejor dicho, al saco.

domingo, 19 de agosto de 2007

Dia 4:

Ayer acabé contento, bueno, todo lo contento que se puede acabar despues de lo pasado los últimos días. Sin embargo, aun no tengo confianza en mi plena recuperación para salir al ritmo que me corresponde.

El perfil da bastante miedo, sobre todo si no te has encontrado bien los días anteriores, como es mi caso. Se trata de una etapa corta, de 67km, pero de las que mas se asciende, 3012m, en definitiva, una etapa dura de verdad.

Decido salir atras como ayer, con gente teoricamente inferior a mi nivel. Acuerdo con Edu que él salga donde le apetezca y no me espere, ya que aun no sé como va a ir el día. Segun salimos de Brixen empezamos a subir la primera dificultad del día, un puertecillo corto por carretera amplia y sin demasiados desniveles. Mis sensaciones son bastante buenas, y sin demasiado esfuerzo voy pasando gente, cosa normal dada la posición en la que había salido.

Coronamos esta primera tachuela y seguimos por asfalto en un ligero descenso que sirve para coger fuerzas de cara a la primera dificultad seria del día. Empiezo a subir con confianza, voy pasando gente y me encuentro cada vez mejor. El asfalto empeora y la gente empieza a sufrir, no paro de remontar posiciones, lo cual me anima, sin embargo no debo confiarme, he salido muy retrasado y es normal pasar gente a estas alturas de carrera.

Aun voy rodeado de mucha gente, pero avanzo a mi ritmo que parece ser bueno. A los pocos kilometros me vuelvo a encontrar con el que para mi es el heroe de la carrera, del que ya he hablado, sería la ultima vez que le vería en carrera...

El puerto avanza y los kms empiezan a pesar, yo mantengo la confianza puesto que estoy teniendo las mejores sensaciones que he tenido subiendo en mucho tiempo. Poco a poco el pelotón se va esparciendo a lo largo de la carretera y ya no vamos tan juntos, incluso paso tramos en que empiezo a ir solo, y eso que no me ha adelantado nadie en mucho rato.

Ya he comentado que yo estoy especializado en carreras maratón, en las cuales es muy frecuente ver a corredores con mochilas 'camelbag', sin embargo yo no soy muy partidario de su uso. Recuerdo el Maratón de los Monegros del año 2001, la primera edición de esta emblemática carrera, en la que llevé una mochila con un montón de material que parecía ser obligatorio: agua de sobra, linterna, comida, ropa de abrigo... En esa carrera no fuí del todo mal a pesar de ser bastante joven para esas distancias, si bien lo que peor recuerdo es el dolor de espalda con el que terminé. De hecho, no me recuperé en todo el verano y tuve que ir a un especialista aquel otoño, que me recomendó una rutina de ejercicios que me han venido muy bien en los siguientes años. No he vuelto a correr con mochila.

Ahora opto por llevar dos bidones, normalmente uno con agua y otro con sales o algún tipo de alimento líquido, y en verano aumento su tamaño y capacidad hasta los 800cl, por lo tanto suelo llevar el mismo líquido que la gente con 'camelbag'.

Un día mas hace mucho calor, los kms pasan y el sol aprieta de verdad, pese a llevar bastante agua y encontrarse el primer avituallamiento relativamente cerca, km 22, la dureza del terreno exige mucha hidratación y empizo a quedarme sin reservas. Cuando mi preocupación por este tema va en aumento, aparece salvadora la alfombra de control de paso.


Recargo mis bidones, bebo y como platanos, también cojo alguno para luego. Los avituallamientos en las carreras maratón suelen ser el objeto de mayores criticas hacia los organizadores de las pruebas. Yo raramente paro ni a comer ni a beber, me gusta ser autonomo en este sentido, si bien la Transalp es diferente, y aqui si que es necesario parar. A mi me parece que aqui existe bastante variedad, claro que hay opiniones para todos los gustos, sin embargo yo practicamente me limito a los platanos y, en algunos casos, a las barritas de 'Herminator'.

El perfil muestra como, tras el avituallamiento, continua una subida durante varios kms. Las paradas en este tipo de situación me sientan muy mal, asi que reanudo la marcha tranquilo, pienso en coronar lo mejor posible y en recuperar para la otra gran dificultad del día. En este trozo me alcanza un grupo en el que van los amigos catalanes. Son muy buena gente y pasamos unos cuantos kms hablando y conociendonos un poco mas. Se preocupan por mi recuperación y les cuento que la cosa va mejor, entonces me dijeron algo que da que pensar: ' en tus días malos andas como nosotros un día bueno'. Creo que era exagerado, puesto que a lo largo de la semana demostraron de sobra su calidad; si bien me hace reflexionar en como lo pasa toda la gente que llega detras mio, incluso en días como el domingo.

Tras coronar nos lanzamos por un descenso precioso, eso si, por asfalto. Sin tomar mas riesgos de los necesarios adelanto posiciones, vuelvo a pensar en lo mal que baja la gente en esta carrera. Los catalanes aguantan bien el ritmo.

En la zona entre puertos me siento fuerte, al menos el mas fuerte del grupo, y sin demasiado esfuerzo dejo su compañía. Una rampa terrible nos lleva al 2º avituallamiento, es el km 50, pero en tiempo no ha pasado mucho desde el anterior, por lo que no se hacia tan necesario. Recargo sin perder mas de la cuenta e inicio el gran puerto del día.

Las primeras rampas dan miedo, son casi trialeras de fuertes desniveles, y quedan 10km... Pronto adopto el ritmo de subida, cosa que me cuesta tras el repostaje, insisto, que mal me sientan esos parones. Ya no adelanto a la gente con la misma facilidad, el cansancio del día empieza a pasar factura, el calor vuelve a ser insoportable. Pienso que no debía haber abandonado la compañía amiga y pronto me planteo aflojar el ritmo confiado en recuperar mientras me vuelven a coger. Pero esto no pasa, voy cada vez mas despacio, no recupero y empiezo a estar vacío, mala señal.

Paro a comer, pienso que si consigo recuperar el aliento y algo de fuerzas, compensaré la perdida de ritmo de la parada. Quizá fuera demasiado tarde, no recupero las sensaciones y vuelven mis temores, tengo muy reciente el sufrimiento extremo del 2º día. Me cojen los catalanes y me cuesta adaptarme a su ritmo. En un momento dado, Jordi dice que le duelen mucho los pies y que tiene que 'patear' un poco para que le alivie. Mucho merito tiene para él estar aqui, es un corredor especialista en duathlon que no ha seguido una preparación específica puesto que no pensaba acudir a la Transalp hasta la semana de antes.... esto me suena. Acojo la iniciativa sin dudarlo, es una buena excusa para andar a su lado.

El padre de Edu me había dicho que no subiamos hasta la cima de la montaña, donde llegaba un teleferico. Esta idea me motivaba, pero las rampas en forma de zig-zag atravesando increibles pistas de ski eran igual de duras y no parecían acabarse.

Voy 'tieso' y me cuesta seguir a los catalanes, pienso que no queda nada y sufro un puntito mas para coronar con ellos, pero la última rampa es demasiado y prefiero dejarme llevar y coronar con unos metros de retraso. Me sorprende que se paren a hacer fotos, yo quiero llegar cuanto antes y prosigo, sin ninguna intención de atacarles.

Me junto con unos de nuestros usuales vecinos de caravana, dos tipos con todo el equipo de Merida, parecen tener bastantes medios para su nivel. Bajan como locos y yo les sigo. En un repecho se quedan y nos les vería hasta meta, si bien llegaron unos metros detras.

He sufrido bastante, pero nada comparado a los primeros días, es la única lectura positiva. Hemos llegado a una estación preciosa, no me importaría volver en invierno.

Ya no tengo tanta necesidad de descansar a toda costa, asi que paso una tarde algo mas relajado, si bien, a las 22 vuelvo a estar en la cama, eso sí tras un reponedor masaje de nuestro amigo aleman.

lunes, 6 de agosto de 2007




Día 3:

Apenas amanece y me encuentro mal. La etapa es larga pero no tiene un perfil especialmente temible. Si no salgo me tocará estar el resto de la semana en la caravana y probablemente me arrepienta; si salgo me arriesgo a sentirme como los últimos días y me arrepentiré seguro…


Decido salir el último, cosa bastante difícil en un pelotón tan heterogéneo como este. Me sitúo junto a gente que ni me imaginaba fuera capaz de hacer la Transalp, veo gente con Kg. de mas, muchas mochilas y material con años de antigüedad y sobre todo muchos pelos en las piernas.

Son unos 30km de subida, con zonas más llevaderas que otras, pero de subida al fin y al cabo. No me encuentro bien, de hecho me encuentro bastante mal. Me cuesta seguir el ritmo de estos compañeros a los que no estoy acostumbrado. Nos metemos por un sendero precioso, el paraje merece la pena según ascendemos, la alegría si consigo acabar esta carrera seguro que también.

La última parte de la ascensión es bastante dura. En un momento compartimos sendero con infinidad de paseantes. La saturación de personas nos obliga a poner pie a tierra en este tramo de trialeras. Hoy soy yo el que alcanza al ciclista de una sola pierna, alucino como pasa estas zonas de ‘pateo’, si este tío tuviera las dos piernas….

La última zona es una pista con mucha gravilla, todo el mundo a mi alrededor anda, pero yo me mantengo sobre la bici. Empiezo a pasar gente y esto me anima, varios participantes me animan y muestran su admiración por que pudiera mantenerme montado, que gente mas agradecida!

Corono y, sin descanso, me lanzo al descenso mientras mis compañeros del día de hoy se paran a sacar fotos, sin embargo, ya cada vez hay menos Kg. de mas, menos mochilas y menos pelos en las piernas a mi alrededor.

Pronto llegamos a uno de los temibles tramos de rodaje de esta carrera. Aun recuerdo como el año pasado me costaba mantenerme en algún grupo con un plato de 46 dientes. Pero hoy es distinto, mis compañeros no son tan potentes como otros días y pronto se me hace insuficiente el ritmo. Aprovecho los repechos para cazar al grupo precedente y poco a poco voy ganando posiciones, por fin disfruto un poco y los Km. pasan sin darnos cuenta.

Al llegar a meta vuelvo a estar fundido, pero al menos no me parece que fuera el peor día de mi vida ciclista. Allí me encuentro a Edu y sus padres, que amablemente me ayudan, GRACIAS. Según parece en este pueblo hay una piscina natural muy apetecible, yo sólo pienso en descansar y me vuelvo a pasar al tarde en la silla plegable escuchando música.

Antes de acostarnos conocimos al que sería nuestro masajista el resto de la semana, un alemán serio de Hamburgo que daba los masajes que estábamos esperando y mostraba gran interés por ayudarnos en lo que fuera, llegó a llamar a un amigo suyo que sabía español para entenderse con Edu.

A las 22 a la cama, que tenemos mucho que descansar.


Foto: Pág. oficial Transalp 2007. El heroe de la carrera!!

Día 2:

El perfil asusta, quizá sea el peor día sobre el papel. Me levanto confiado, he dormido bien, mis piernas están razonablemente poco doloridas. Primera decepción, seguimos en el último box en la salida, en categoría masculina éste esta reservado para los equipos clasificados mas allá del 160, mi mal día nos llevó al 180.

Pronto empezamos a subir, no voy bien, intento regular pero la cosa no mejora y Edu me aprieta. Me vuelvo a sentir vacío, no entiendo lo que pasa, ayer comí bien, he descansado y antes de media hora vuelvo a tener esa sensación. Edu empieza a ponerse nervioso, me dice que a ese ritmo nos van a dar las mil, él quiere llegar para poder pasar la tarde con su novia que nos acompaña, parece razonable.

En el primer puerto ya lo paso mal, me junto con mi compañero en el avituallamiento, pero en el 2º puerto del día vuelvo a quedarme solo, la verdad es que lo prefiero, es mejor ir solo que tener a un compañero nervioso achuchándote, no esperaba estar en esta situación…

Hace mucho calor y lo paso muy mal en el puerto, en la bajada parece que recupero y me junto con Edu en el 2º avituallamiento y hacemos juntos la zona de falsos llanos, intento mentalizarme y subo los repechos con fuerza aparente, es un espejismo, pronto empiezan las rampas de verdad, quedan 30km de subida.

Al poco de empezar vuelvo a sentirme mal, Edu se lanza para arriba y me dice que no tiene sentido que me espere, que puedo tardar horas a ese ritmo, le digo que me da igual, que solo quiero que se termine el infierno.

No tengo fuerza y el calor empieza a agobiarme de verdad, me mareo, se me nubla la vista y sólo pienso en llegar. Sigo pedaleando como un autómata, no estoy acostumbrado pero ya lo he hecho antes. Supongo que todo el mundo pasa por este tipo de situaciones alguna vez, cuando las fuerzas te abandonan y solo puedes pensar en llegar al destino. Esta vez es especialmente duro, me da igual que la gente me pase, me da igual que Edu llegue y nos penalicen, en realidad me da igual todo, solo quiero llegar y no va a ser fácil. Me siento solo entre este inmenso pelotón, es una sensación rara, pero realmente pienso que si no llego a meta por mis propios medios no voy a llegar. En el camino me encuentro a una pareja franco- alemana que parecen bien preparados, uno de ellos esta pasándolo igual o peor que yo, y su compañero le espera de sombra en sombra.

Me encuentro a ‘Los Catalanes’, aun no nos conocíamos mucho, con el paso de los días comprobaría lo buena gente que son; en ese momento sólo podía pensar en llegar, ellos también lo estaban pasando mal, pero me dejan fácilmente. Miro el reloj y empiezo a pensar cuanto puedo tardar en llegar, ¿quizá en 6 horas de carrera?

Abandonamos el asfalto y pronto se ve el final del puerto, esta suele ser una visión esperanzadora, no en este caso, estamos en la Transalp, y aquí se suben montañas de los Alpes, es decir, que puedes llevar 2 horas subiendo y ver una sucesión de ‘zetas’ que te queden por subir. Este era el caso.

Ya voy andando y me va pasando gente que ni me podría imaginar que estarían en una carrera como esta, me da igual, solo quiero llegar. Pienso en sentarme a descansar, pero no creo que fuera la solución, así que avanzo a mi ritmo cansino. Me cuesta mantenerme de pie, incluso empujando la bici que parece pesar 50kg, veo borroso y me siento solo.

Me pasa uno de los héroes de verdad de esta carrera, un ciclista con una sola pierna, no lleva ni prótesis ni nada en la otra, su imagen es estremecedora y pronto se ganaría la admiración de toda la caravana.

Al coronar quedan 20km cuesta abajo, parece asequible después de lo vivido, pero paso miedo, voy tan mal que me cuesta mantener el equilibrio en estas curvas. La gente me pasa lanzada hacia la meta, yo solo quiero llegar.

Según descendemos el calor vuelve a ser insoportable, no pedaleo, solo me dejo caer y me cuesta mantenerme sobre la bici, estoy agobiado y pienso incluso en pararme a respirar, no lo hago y al rato llego a la meta. 7 horas y 20min de suplicio. Es fácil considerar como el peor día el último vivido y en ese momento me lo parecía, pero con el paso de los días sigo pensando que lo es. Buscando en mi memoria y relativizando las experiencias me acuerdo de bastantes momentos duros sobre la bici, con frío, con calor, con pájaras… pero creo que ninguno como esta segunda etapa de la Transalp 2007.

Me siento solo entre tanta multitud. Buco la caravana como buenamente puedo, esta en un camping, con duchas y piscina, pero yo paso la tarde tirado en una silla plegable que llevamos. Me encuentro mal, no me parece tener fiebre pero desde luego lo que he vivido no ha sido normal, así no sé si tiene sentido continuar, no creo aguantar otra experiencia así.

Mis padres y hermanas se preocupan por mi, quieren que vaya al medico, cosa que no es fácil. GRACIAS María por animarme a seguir.

Ceno lo que puedo, me doy un masaje con uno de esos mercenarios que hay en la carrera, muy pobre, no repetiré con él y me voy a la cama sin haber decidido que hacer por la mañana.
Día 1:

Somos el dorsal 403. Ya llevé ese nº en mi primer Cto. de España, en Candanchu, en el 98, no me fue muy bien allí pero no soy supersticioso; sin embargo nos obliga a salir en el último cajón, es decir con unos 800 ciclistas por delante si somos de los primeros en colocarnos. Compruebo como mis demás amigos del año anterior tienen números bajos, mientras que a nosotros no nos han respetado esa clasificación, quizá por el cambio de última hora, o puede que sea por que para Edu era la primera vez.

Me noto raro, siempre he oído lo mal que sentaban los viajes antes de las carreras y lo frecuente que resulta retener líquidos e hincharse, pero yo no había tenido esos problemas. Empiezo a echar de menos a mi compañera inicial, Fátima Blazquez, ella me hubiera ayudado en un momento así seguro, ya lo demostró con mi compañero Vizcaíno el año pasado.

Se da la salida a ritmo de ACDC, salimos como locos aun teniendo 8 duros días por delante. La consigna es remontar lo antes posible y situarnos con los ciclistas de nuestro nivel lo antes posible. Me noto alto de pulsaciones, dato que confirma mi pulsometro, pero pienso que pronto podremos adoptar ritmo de crucero y todo irá mejor.

Empieza el primer puerto, es tendido y por pista ancha, se forman grupos de los que saltamos remontando ansiosamente, aun no hemos quitado el plato grande. Cazamos a los Cantabros que van juntos pese a ser varias parejas de distinto nivel, ¿cuánto les durará esta armonía? Al rato noto que voy demasiado fuerte, es cierto que debemos remontar, pero quizá lo paguemos al final. Le digo a Edu que afloje y nos asentamos en un pequeño pelotón. Sigo sin ir cómodo, no me preocupa aun, pero las sensaciones definitivamente no son buenas. Llevamos hora y pico de carrera y empiezo a sentirme vacío, Edu me aprieta, pero no voy mas, algo pasa. Me tranquiliza pensar que he vivido sensaciones parecidas otras veces y que he acabado muy fuerte en aquellas carreras, pero esto es la Transalp, lo que significa que en esos momentos quedan 10km de subida de un puerto, que bajaremos y pronto quedará otro puerto igual de duro, y en caso de haber llano, los ciclistas que nos acompañan nos llevaran con todo el desarrollo metido y sufriendo lo indecible por aguantar en el grupo.

Como, bebo y sobre todo sufro. Estoy acostumbrado, es algo inherente a las carreras, así que me mentalizo para ello. Hace muchísimo calor y el sol empieza a pegar de verdad, ahora lamentamos haber salido a las 11 y no a las 9. En el segundo puerto empiezan las penurias de verdad. No he recuperado en la bajada como esperaba y lo paso mal desde el principio. Pronto tengo que poner el plato pequeño para desesperación de Edu, que me sigue apretando. La gente nos pasa sin piedad, nuestra remontada inicial queda en nada.

En estos duros momentos cualquier pensamiento agradable suele hacer más llevadero el trance. Me vienen a la memoria escenas similares del año anterior, entonces yo iba fácil mientras mi compañero lo pasaba mal, recuerdo como subimos la mitad del ultimo puerto del primer día andando y el sentimiento de culpa que invadía a mi amigo Vizcaíno aquel día. Yo anduve a su lado y trate de tranquilizarle en todo momento, ya vendrían días mejores.

Este año yo soy el que lo pasa mal, pero no llego al límite de poner pie a tierra, aunque el pensamiento surge en varias ocasiones, así que pienso en pasar el día, mañana seguro que todo va mejor.

Coronamos y mis tobillos parecen la mitad que por la mañana, las piernas se van deshinchando, pienso que es buena señal. Hace mucho calor. Vemos un espectacular embalse con varios veleros aprovechando el viento de la zona, ese viento que harán los últimos Km. un suplicio.

No sé por que pero suelo acabar las maratones mucho mejor de lo que las empiezo, siempre ha sido así, y siempre mantengo la confianza en que así sea. Hoy no debería ser distinto. Nos metemos en un grupo y damos la cara con los relevos en todo momento. En una zona de bajada se corta y me quedo delante, voy ‘tieso’, pero estoy acostumbrado, al fin y al cabo estamos al final y yo siempre acabo mejor de lo que empiezo, ¿no? Esta idea esta en mi cabeza cuando empiezan a darme calambres. No estoy acostumbrado a ellos, en muy raras ocasiones he tenido este problema en todos estos años, por lo menos en carrera.

Vamos llaneando contra el viento a mil por hora después del día que he pasado y tengo calambres, solo puedo pensar en las ganas que tengo de acabar. Acuerdo con Edu en que él ataque a falta de un par de Km. para ganar puestos, por muy mal que vaya es difícil que pierda más de 2 minutos en esa distancia; sin embargo no contamos con el muro que encontramos entre el Km. 3 y el 2. Una rampa de asfalto gastado con desniveles por encima del 20% y con el sol cayendo como una losa en el cogote. Eterno era el repecho, si me descuido me saca media hora Edu…

Por fin la meta, Edu me espera antes de la alfombra del chip y entramos juntos, día para olvidar.

Sólo quiero pensar en recuperarme, comer, beber, descansar, esto es la Transalp y resulta fundamental. Buscando un masajista doy con una simpática mujer que accede a atendernos después de dar masaje a su equipo. Parece tener experiencia y ganas de practicar su castellano, así que todo parece perfecto. Nos da un par de buenos masajes mientras nos cuenta su historia, no nos quiere cobrar, hace tiempo que dejo esta profesión para estudiar Derecho y defender los Derechos Humanos en el ámbito de la ONU, menudo cambio!!

A la cama a las 10, que bien voy a dormir…
Día 0:

Estamos a un día del comienzo de la Transalp 2007. Teníamos planeado amanecer en Mittelwald, punto de partida de la carrera, hacer todo el papeleo y recogida de dorsales, montar las bicis y rodar un par de horas suave. Sin embargo, debido a los problemas del viaje, hemos tenido que dormir en un camping a las afueras de Munich. Me paso toda la mañana intentando contactar con la oficina de objetos perdidos del aeropuerto y no hay forma, así que decidimos ir hasta allí para intentar solucionar el problema en persona.

Una vez en el aeropuerto me comentan que tienen un aviso del aeropuerto de Madrid en el que se asegura que mi bicicleta llegará en el vuelo de las 17 horas. Estamos a 130km de la salida de la carrera y tenemos que tomar varias decisiones. Por un lado debo decidir si aceptar el ofrecimiento de mi amigo Ramón de enviar su Mérida a Munich para asegurarme poder salir; por otro lado debemos decidir si ir a Mittelwald a por los dorsales y a situarnos e intentar volver luego con un coche al aeropuerto.

Quiero agradecer la ayuda de Ramón y su interés, una vez mas, por que mis aventuras salgan lo mejor posible, GRACIAS.

En caso de lanzar el envió de la bici de Ramón, ésta llegaría a Munich sobre las 23 horas, además me aseguran que hay un 90% de probabilidades de que mi MTB llegue en el vuelo de las 17, así que decidimos arriesgarnos y esperar a mi bici.

Creo que no he contado que en este viaje tenemos varios acompañantes. La carrera es por parejas, pero compartiremos caravana con otras 4 personas. Decidimos que no tiene sentido hacer esperar a tanta gente en el aeropuerto todo el día, además tenemos que registrarnos en la carrera y si por lo menos Edu puede rodar un rato mejor; así que emprendemos viaje a la salida.

Cuando llegamos sacamos los dorsales sin problemas y situamos la caravana a escasos metros de la salida. Nos encontramos a nuestros amigos ‘Los Cantabros’ del Peñaveran. Ya nos conocemos del año pasado y les explico la situación. Muy amablemente me ceden su Fiat Punto de alquiler para volver a Munich a por mi bici. GRACIAS.

Después de comer emprendo la vuelta al aeropuerto, según dicen, por las autopistas alemanas no hay limite de velocidad… que gusto poder viajar sin esa preocupación que ha convertido los viajes por nuestras carreteras en un aburrimiento total.

En el aeropuerto me encuentro con el mismo empleado de Lufthansa del día anterior. El hombre se muestra muy preocupado por mi situación y me pregunta si iba a participar en las 24horas de Munich que eran ese fin de semana, otro año quizá. Al poco empiezan a salir maletas y, por fin, aparece mi MONDRAKER, con la caja destrozada, quién sabe donde habrá pasado la noche…

De vuelta a la caravana me topo con un atasco en la circunvalación a Munich, aquí los viernes también debe abandonar la ciudad la mitad de su población. Llego con el tiempo justo para cenar e irnos a dormir, la salida del primer día es a las 11 de la mañana, por lo que prefiero descansar y posponer el montaje de la bici, estoy hecho polvo y esto no ha comenzado aún.