lunes, 3 de mayo de 2010

Monegros 2010

10 de 10. Si me pongo a pensar todo lo que he vivido en el desierto en estas 10 ediciones, me emociono. El evento ha cambiado mucho desde que en 2001 se corriera la primera edición con una vocación de carrera de aventura en la que te obligaban a llevar comida suficiente, dos litros de agua o linterna para tomar la salida. Hoy en día se va muy deprisa, si haces 5 horas no entras entre los 500 primeros, cuando en el 2002 hice 2º con un tiempo de 6h19min.

Sin embargo, Monegros sigue siendo una carrera especial y hay que reconocer el esfuerzo de la organización para que el aniversario fuera algo diferente. El ambiente era espectacular, conciertos, Djs, comida, bebida, creo que era una autentica fiesta del mountainbike.

Como todos los años, viajamos desde Madrid el mismo sábado por la mañana, esta vez salimos bien de tiempo, mis amigos Juan Simon, Pepe Botia y yo. Realizamos el viaje sin contratiempos, salvando la tormenta que nos cayó por el camino y que nos hacía prever un día de bici complicado.

Ya en Sariñena saludamos a los conocidos que nos encontramos antes de prepararnos para la salida. Cuando monto la bici me llevo el primer susto del día, el cassette está bloqueado y cuando dejo de pedalear la cadena se enreda en los platos. Me dirijo rápidamente hacia la salida a hablar con algún mecánico que me pueda ayudar, mientras van montando la parrilla con los 100 primeros del año pasado (ya podían haber hecho esto en ediciones anteriores), me sorprende no encontrar a nadie capaz de ayudarme. Sube la desesperación cuando Juan Carlos Nájera me confirma que no puede ayudarme, que los mecánicos están desplazados en los puntos de control y que no pueden hacer nada.

Llevo 9 ediciones de Monegros y están a punto de dar la salida de la decima, reconozco el error de no haber verificado que todo estuviera bien después de recoger la bici del taller, pero no me queda otra solución que salir a ver que pasa.

Decido ponerme atrás con Boti, que quiere hacer entorno a 5 horas. Cuando dan la salida tardamos varios minutos en movernos, veo la cabeza dar la vuelta por Sariñena y pienso que los primeros km (que siempre he considerado los peores de la temporada) van a ser duros, con polvo, enganchones y a saber que mas contratiempos.

Paso la zona neutralizada con muchos problemas en la trasmisión, esto no pinta bien, a saber cuándo me quedo tirado… Me cuesta aguantar con Boti, puesto que en la bajada el problema de la cadena se hace bastante molesto, pero al entrar en la pista veo que la cosa mejora. Hace ya unos años que se tarda en entrar en la pista puesto que han asfaltado unos cuantos km que antes eran muy complicados rodando con cerca de 2000 ciclistas alrededor.

No hay demasiado polvo y me parece que en este punto del pelotón se rueda mas separados y es mucho menos peligroso que cuando vas entre los 30-50 primeros, así que me pongo a adelantar. La bici ya va prácticamente bien y yo también, voy entrando en calor y paso gente con soltura. En el primer repecho, hasta donde tiré en 2008 antes de que pinchara Juan, adelanto a mucha gente que sube con dificultad, definitivamente este no es mi sitio.

En el puerto no me cebo y al coronar me acomodo en un grupo sin dificultad, sin embargo la mayoría para en el primer avituallamiento y se acaba la comodidad, puesto que tengo que ir buscando ruedas para ir cómodo de aquí al segundo avituallamiento.

Vamos formando un buen pelotón y el ritmo es alto, voy bien rodando y en las subidas explosivas no lo paso demasiado mal. En este punto el viento no es muy fuerte, incluso sopla a favor, pero la alta velocidad hace imprescindible rodar en grupo.

En el segundo avituallamiento tampoco paro, llevo suficiente agua y comida para llegar al siguiente, donde ya pararé. Miro el reloj y paso entorno a 2horas, probablemente vaya muy retrasado en la clasificación, pero el ritmo es bastante bueno.

El cambio de dirección nos enfrenta por primera vez al viento, que por fin sopla para endurecer un poco la cosa. Me acoplo a un grupo que guían varios miembros de un club valenciano y aunque voy fácil me quedo a cola reservando todo lo que puedo.

Ya he superado las 2 horas y mi miedo a empezar a sufrir la falta de fondo coincide con el inicio de la segunda subida. Si vas bien, aquí se sube a plato, si vas mal, solo queda mirar al cielo para ver como de lejos andan los buitres. Yo empiezo a ir mal.

No me preocupo demasiado, conozco la subida y sé lo que me queda en todo momento, pero paso los peores momentos del día. En eso me encuentro a Juan en sentido contrario, me dice que iba con los primeros dándose palos y que le han dado unas rampas (calambres) que le impedían disputar la victoria. Me dice que esperamos a Boti, lo que en ese momento me parece una idea muy buena.

La parada me sienta bastante mal, hace fresco, incluso llueve en algún momento y las piernas se me quedan frías. Cuando arrancamos los tres no voy nada fino, pero al ir en compañía de mis amigos el viaje es muy llevadero. En el tercer avituallamiento comemos como nunca hemos comido, no sé cuánto tiempo estamos parados, pero fueron varios minutos. Los siguientes kilómetros disfrutamos de lo lindo viendo el caudal con el que baja el río y además vamos pasando bastante gente al ritmo que marca Juan.

Boti empieza a pasarlo mal en la zona posterior al último gran repecho del día, el del km 90, así que la zona de los campos cultivados con viento en contra se nos hace bastante pesada pero los km van pasando y la idea de terminar puede con todo.

En el último avituallamiento Boti se niega a no parar, quedan pocos km pero dice que no va a llegar si seguimos, no nos importa, disfrutamos de la fruta mientras nuestro compañero intenta estirar minimizando el dolor de los calambres.

Voy bastante entero para llevar 5 horas, y nada me hace prever lo que iba a pasar, a falta de un par de km me quedo tieso, pierdo contacto hasta con mi sombra. Entro en meta por decima vez vacío como nunca. La comilona que nos tenían preparada me repone para la segunda maratón que me tenían preparada mis amigos, esta vez de bar en bar por las calles de Zaragoza.

jueves, 29 de abril de 2010

Colmenar 2010:

Un año más y otra vez en las carreras.

Menudo invierno que hemos pasado, el tiempo no ha dado ni un respiro y eso, cuando ya no pretendes disputar las clasificaciones, es un impedimento bastante fuerte para salir a entrenar. Por suerte, hace un par de años adquirí una Cardgirus y, aunque últimamente esté algo descontento con el servicio postventa, en general estoy encantado con el invento. Por mi trabajo no puedo encadenar muchas semanas o sesiones en condiciones, pero con algo de esfuerzo (sesiones a media noche incluidas) he conseguido ir avanzando en el programa de entrenamiento mucho más que otras veces.

Con la ilusión que me daban esas buenas sensaciones me planteo como reto correr mi decimo Monegros, 10 de 10. Para hacerlo lo mejor posible me decido por correr en Colmenar, cerca de casa, una distancia asequible, con tramos de llaneo como los que me voy a encontrar una vez más en el desierto y dos semanas antes de aquella.

Nos presentamos en la línea de salida con un día de perros, para variar este año, y las dudas sobre si salir o no nos invaden a todos los participantes. Tras muchos minutos dudando, decido salir haga el tiempo que haga.

Apuramos la colocación en la salida y salvamos el grueso del pelotón accediendo por un lateral, ahí me encuentro a Félix García Casas que minutos antes me había asegurado que no corría con el día que hacía, si es que al final ninguno tenemos solución…

Salida lanzada y por asfalto, remontando posiciones antes de entrar en la pista, me encuentro un poco alto de pulso pero aun no me preocupa. Sin embargo, al entrar en el barro ya me doy cuenta de que me falta potencia para rodar a esos ritmos. Voy avanzando como puedo, pasando miedo en las bajadas y sufriendo en las subidas, pero reconozco que me gusta volver a sentir la sensación de competición, ya no puedo aspirar a estar entre los 10 primeros, pero si a dar todo lo que tengo, como he hecho siempre, veremos hasta donde me llevan las fuerzas.

En los tramos más complicados me doy cuenta de lo poco competitivo que soy en estos momentos, aguanto montado en las zonas más técnicas, pero no soy capaz de distanciarme de la gente que rueda a mi alrededor, aun así intento disfrutar.

Me alcanza la primera fémina, va en un grupo numeroso en el que me incrusto para pasar esos interminables tramos de asfalto roto antes de cruzar la Carretera de Colmenar, sin embargo, me cuesta seguirles. El plato grande no se engrana debido al barro acumulado y en los llaneos esto es definitivamente un hándicap, pero aun peor, en las zonas de subida sufro más de la cuenta.

En ese momento mi cerebro desconecta y pierdo contacto, se me pasan por la cabeza los típicos pensamientos negativos que tantas veces he tenido, esos del tipo “que hago aquí?” ”Con lo bien que estaría en casa” y esas ideas que la gente que ha corrido alguna vez conoce tan bien. Llegamos a una zona desde la que se divisa Colmenar que se me hace bastante dura, son subidas cortas pero inclinadas, de las que me gustaban hace unos años, pero ahora empiezo a odiar, cuanta más inclinación mas noto el peso de mas que tengo que subir ahora.

En la zona de vadeo me recupero un poco, probablemente porque llevaba un rato a un ritmo inferior, pero aun así se me hace muy pesado el terreno con tanto barro. Para agravar mi situación mental, se me vienen a la cabeza recuerdos de cuando pasaba por aquellas zonas sin quitar el plato grande.

En el avituallamiento no paro, costumbre de cuando disputaba, así que eso me ayuda a enlazar de nuevo con el grupo de la primera fémina, me animo y hago una buena bajada al Puente de la Marmota. La subida también la hago con bastante fuerza, pero soy consciente de que superadas las 2 horas de carrera mi rendimiento puede resentirse en cualquier momento, y vaya si lo hace.

En una zona con grandes rectas y pequeños repechos que nos llevará a la carretera de Hoyo a Colmenar que tantas veces recorriera en mis buenos tiempos, me encuentro vacio, sin fuerzas y algo me dice que de aquí al final ya no me voy a recuperar.

Me cuesta mantener el plato mediano, entre las pocas fuerzas y lo mucho que salta la cadena, por lo que mi velocidad decrece considerablemente. Me vuelve a pasar para siempre la primera fémina, me pasan grupos enteros que me quitan las pegatinas y me alcanza Victor Garcimartin. Se sorprende de encontrarme, pero más me sorprendo yo. Le veo con buena cara, va de menos a más y soy consciente de que no voy a poder seguirle cuando lleguemos a los llanos después de la carretera.

En una zona más técnica me defiendo, algo de habilidad aun conservo pero tras cruzar la carretera se acabó lo que se daba. El compañero de Victor, Luis, pone una marcha que no tiene sentido que intente aguantar, sé que he perdido otra pequeña batalla y no me queda más que felicitar a mi compañero de mesa en la oficina y amigo.

Vuelvo a saltarme el ultimo avituallamiento y encaro la zona trialera final con ganas, aquí luchaba por un top10 la última vez que vine hace unos años, hoy peleo por llegar.

No voy sufriendo, no voy vacio, no voy pasado de pulso, simplemente no voy. Me sigue pasando gente mientras bordeamos Colmenar, me da igual, yo venía a probarme y no me ha gustado el resultado.

En breve de vuelta a Monegros, un año más. No lucharé por ganar, ni por entrar entre los 10 primeros, ni siquiera entre los 100 primeros, lucharé simplemente, por terminar 10 de 10.